Las telarañas necesitan tiempo


Hola, soy Rufus Troy McClure, algunos de ustedes me recordaran por posts cómo: el rudimentario "Soy feliz de ser una persona normal", la demagógica "Arturito de la boina", o la artificialmente melodramática "Prefacio existencial".

Hoy les presento: "Las telarañas necesitan tiempo", un frustrado intento de volver de la decadencia a una brillantez que en verdad nunca existió.

Es dura la vida del jugador de póquer cuando tu contrincante tiene un par de ases en la manga. Las relaciones personales padecen fluctuaciones fuera de nuestro control y algunos alimentos manufacturados caducan algo antes de lo estrictamente necesario

VENGANZA INFANTIL
Había una vez una niña de 12 años que daba una paseada por el campo mientras cantaba alegremente dando saltitos. Era un fin de semana especial y su familia había hecho una expedición campestre para celebrar que el abuelo paterno había decidido abandonar la practica del bricolaje extremo con taladradora reforzada. La niña era feliz con su existencia insustancial y alienada de los problemas a escala mundial. Todos los niños del mundo son egoístas y sólo piensan en saciar sus instintos primarios (los secundarios vienen con la adolescencia). Todo pasaba dentro de lo que podríamos llamar "la dictadura de la normalidad" cuando de pronto se encontró con una pistola de grandes dimensiones al lado de un par de preservativos con sabor a fresa. La niña (de nombre todavía no revelado) cogió la pistola y mientras masticaba uno de los preservativos (a modus de chicle) fue corriendo a matar a su familia. Resulta que la pobre criatura había padecido algún tipo de abuso execrable de aquellos que traumatizarían a cualquiera por parte del nuevo marido borracho de su madre, ante la indiferencia de esta y de sus dos hermanos, cómplices del silencio. Podríamos decir que la niña se tomó la justicia por su mano y liquidó a todo aquel a quien consideraba responsable de su humillante existencia.


Comentarios del texto:

Es evidente que esta historia está muy forzada. Los personajes son ridículamente simples y estereotipados, y de hecho, no tienen ni nombre ya que no han tenido ni una mínima descripción.

La violencia es patéticamente gratuita y con una justificación muy tópica y encima inventada a posteriori (una vez liquidada la familia). A parte de contradictoria con la frase inicial de: "cantaba alegremente dando saltitos"

Esto de encontrarse una pistola es insultante incluso para el más permisivo de los lectores, y el toque de los preservativos con sabor a fresa una burda pretensión humorística sin pies ni cabeza.

El mensaje a modo de moralina del final no es más que una parrafada de extrema derecha para justificar la pena de muerte y hacer apología para que cada cual se tome la justicia por su cuenta y de esta forma abolir todos los derechos constitucionales que puede tener toda persona acusada de algo.


En otro orden de cosas más personales les diré que el jersey rosa que llevo siempre me ha traído más de un problema con los promotores a favor "de la familia" que hacen manifestaciones en Madrid del brazo del PP reclamando el derecho de todos los niños a ser educados en familias dónde haya al menos un pene y una vagina por parte de los progenitores. Reconozco que mi ambigüedad puede dar pie a muchos malos entendidos, pero créanme cuando les digo que yo sé lo que me hago y que soy Troy McClure que volveré pronto para vender enciclopedias del fondo marino australiano y la psicología invertida no me afecta (al menos por la mañana)

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